Doña Josefa Room

Dicen que esta era la recámara favorita de Doña Josefa, no por ser la más grande, sino porque su puerta maciza le permitía planear en privado sus obras de caridad… y quizá, sus pequeños caprichos. La leyenda más fuerte es que la Marquesa, para mantener su imagen impoluta, escondía detrás de uno de los grandes armarios de madera una lista secreta de sus “placeres culposos”, como los postres prohibidos que le traían del convento o las novelas de amor que leía a escondidas. Por eso, si pasas la noche aquí con un secreto o un deseo oculto que te pesa, el pesado candelabro de cristal empieza a crujir, y puedes jurar que el espejo del armario te devuelve una sonrisa pícara, como si Doña Josefa te diera su bendición para disfrutar la vida sin remordimientos. Después de todo, esta sigue siendo su casa, y ella sabía vivirla.